Como ciencia, la teoría ecológica es producto de una larga y colorida historia, forjada a lo largo de siglos con el trabajo laborioso de naturalistas en el campo, en las selvas y en los desiertos. Es una historia larga, llena de mitos maravillosos y sobrecogedores. Entender esta historia y honrar su legado, es una deuda con singulares personajes que construyeron el camino de la ciencia a la que hoy llamamos ecología.
Uno de los comienzos de esta historia ocurrió en 1798, cuando un joven científico de 25 años recorría toda París en busca de algún contacto que le permitiera colarse a las filas de la expedición imperial a Egipto.
En su búsqueda nuestro protagonista conoció a un apasionado adolescente de 16 años, que era visitante de las casas de citas, lleno de pláticas encendidas y fervorosas, quién les describió con entusiasmo las riquezas naturales de su país, la Nueva Granada, hoy Venezuela.
Así este científico cuyo nombre era Federico Guillermo Enrique Alejandro de Humboldt partió para la tierra del joven estudiante Simón Bolívar. En sus aventuras por la América colonial llegaron finalmente a México, entonces eje cultural de la América Española.
Así nació el “Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España y el Viaje a las regiones equinocciales” y hoy muchas de las ideas de Humboldt, acerca de cómo funciona nuestro planeta, son parte del conjunto de disciplinas que hoy llamamos “ecología global”.
Su genialidad radica en que fue capaz de intuir estas teorías sólo a partir de la observación descriptiva de la naturaleza, y de sus conversaciones con brillantes colegas de la América Colonial.
No pudieron asignarle ninguna especialidad específica pero lo que sí se supo es que Solía trabajar en las zonas limítrofes y de coincidencia de las distintas disciplinas como son la geografía, la oceanografía, la climatología, la mineralogía o la historia de la civilización y la antropología es decir todo un recorrido por la ciencia.
Uno de los comienzos de esta historia ocurrió en 1798, cuando un joven científico de 25 años recorría toda París en busca de algún contacto que le permitiera colarse a las filas de la expedición imperial a Egipto.
En su búsqueda nuestro protagonista conoció a un apasionado adolescente de 16 años, que era visitante de las casas de citas, lleno de pláticas encendidas y fervorosas, quién les describió con entusiasmo las riquezas naturales de su país, la Nueva Granada, hoy Venezuela.
Así este científico cuyo nombre era Federico Guillermo Enrique Alejandro de Humboldt partió para la tierra del joven estudiante Simón Bolívar. En sus aventuras por la América colonial llegaron finalmente a México, entonces eje cultural de la América Española.
Así nació el “Ensayo político sobre el Reino de la Nueva España y el Viaje a las regiones equinocciales” y hoy muchas de las ideas de Humboldt, acerca de cómo funciona nuestro planeta, son parte del conjunto de disciplinas que hoy llamamos “ecología global”.
Su genialidad radica en que fue capaz de intuir estas teorías sólo a partir de la observación descriptiva de la naturaleza, y de sus conversaciones con brillantes colegas de la América Colonial.
No pudieron asignarle ninguna especialidad específica pero lo que sí se supo es que Solía trabajar en las zonas limítrofes y de coincidencia de las distintas disciplinas como son la geografía, la oceanografía, la climatología, la mineralogía o la historia de la civilización y la antropología es decir todo un recorrido por la ciencia.
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